La regista italiana Giorgia Guerra encabeza la dirección escénica de «Rigoletto» en el Festival de Ópera de Lanzarote. Foto: FND.

Giorgia Guerra: “No hay un día concreto en el que comenzara esta pasión, sino que directamente crecí en el teatro”

Empresaria lírica registrada en el Ministerio de Bienes y Actividades Culturales. Nacida en Roma, licenciada en Letras y Filosofía, ampliando posteriormente sus estudios en administración y  dirección cultural- artística y de ópera en la Academia de Ópera de Verona. Criada en el ambiente lírico, como hija de un empresario lírico, respira el aire del teatro en todas sus formas, logrando así acercarse a la ópera de forma orgánica, manteniendo la tradición e introduciendo innovación. Ha firmado distintas direcciones de ópera como Don Pasquale y Tosca en el Teatro Persio, Ernani en el Teatro Principal de Máo de Menorca, e incluso espectáculos musicales como La Bella Durmiente, Canto di Natale o Peter Pan, en el Teatro Tullio Serafin de Roma. Trabajó además en el campo de la organización, producción y coordinación del Concurso de Ópera Mattia Battistini, en el proyecto Bailando por Europa y dirigió la temporada de Teatro Infantil desde 2008 hasta 2011. En septiembre de 2013 coordinó la producción de Lucia di Lammermoor y en 2014 La Traviata y una exposición en homenaje a la diseñadora de vestuario. Es ganadora también del Oscar Piero Tosi en el Palacio de la Ópera de A Coruña.

¿En qué momento se sumergió en el mundo de la dirección escénica? ¿Cómo surge esa pasión? “Yo soy hija de una familia de artistas porque mi padre y mi madre fueron los últimos empresarios líricos existentes en Italia, así que no hay un día concreto en el que comenzara esta pasión, sino que directamente crecí en el teatro. Desde muy pequeña comencé a trabajar como figuración, ayudante en utilería o lo que hiciese falta. A los diecinueve años el director de escena que siempre trabajaba con mis padres, Raphael, me permitió ayudarlo como asistente y le decía a mis padres: ‘No me llames más que tu hija puede hacerlo todo sola’. Así comencé conociendo todo lo que hay detrás de la puesta en escena y con esas herramientas pude  trabajar y ponerlo en práctica. Luego, el director de escena falleció y comencé como directora oficial, así que para darle un título a lo que ya sabía hacer comencé en una Academia de Verona y desde allí empecé a trabajar en los teatros más importantes de Italia y después fuera de Italia. Aunque mi pasión también hizo que comenzara como actriz durante quince años. De forma que cubrí todas las facetas de la puesta en escena”.

¿Por qué motivo le interesa el ámbito musical? “Mis padres empezaron como productores de ballet, de manera que la música era la base de toda esta producción y cuando empezaron a hacer ópera era super natural entrar en un mundo que ya conocía. De hecho, mi madre me contaba que cuando yo tenía cinco meses me llevaba con el carrito al teatro y me dormía con la prueba de orquesta. Por eso esta pasión musical es algo que llevo en la sangre”.

¿Cuáles son sus referentes en el mundo escénico?¿Y musicales? “A nivel escénico es muy complicado hablar de un referente en la ópera porque yo creo que la ópera puede existir sin director de escena, pero creo que el director de escena no puede existir sin la ópera. De hecho, la ópera lo tiene todo: texto, música, danza… Cierto es que con el paso de los años la dirección escénica de la ópera cambia mucho, cada vez más se necesitan nuevos enfoques. Lo que tengo en mente como referente es un director o directora de escena que pueda crear un ambiente cómodo, es lo más importante, porque a veces una idea original puede no estar bien acogida por parte de los intérpretes. Emilio Sagi, por ejemplo, es un director de escena español fantástico que tiene una estética maravillosa y también ayuda a tener un clima tan bonito que la gente tiene ganas de ensayar. El ambiente amistoso es una premisa necesaria”.

Podría rememorar sus primeros pasos profesionales con el fin de saber qué significado tiene para usted haber dirigido óperas de la talla de “Don Pasquale” o “Tosca”? Don Pasquale fue la primera ópera que dirigí y me gradué con la puesta en escena de esa ópera. Recuerdo que fue súper divertido porque la pieza te ayuda en este sentido. Al año siguiente, hice Tosca en Piacenza, fue una cosa super bonita también, en un ambiente distinto al teatro, algo similar a lo que pasará en el Festival de Ópera de Lanzarote, y es que la música me emociona mucho y me hace llorar. Por ello todos los recuerdos que tengo de la puesta en escena de mis primeros pasos fueron muy naturales porque en ambas producciones, es decir, en Don Pasquale y en Tosca antes de ser la directora de escena era uno de los intérpretes. Así que solo tuve que cambiar de punto de vista”.

La ópera: un  arte universal y transversal

También ha dirigido espectáculos musicales como “La Bella Durmiente” o ”Peter Pan”, concursos de ópera y teatro infantil ¿qué importancia tuvieron en su trayectoria profesional? “El público más cruel del teatro son los niños porque si tú no crees en lo que estás haciendo ellos tampoco. De forma que ellos te obligan a vivir realmente lo que estás ejecutando. Tanto con La Bella Durmiente como con Peter Pan, en el teatro de Roma,  hicimos una puesta en escena de texto y danza. Así, los niños veían un espectáculo completo que aúna diferentes facetas de las artes: música, danza, texto y una interpretación que mostrara esos dibujos animados que tienen en su cabeza con el fin de que se pudiesen identificar. Yo también participé como actriz. Recuerdo que un día que hicimos otra obra, Shrek, hubo un momento en el que el burro se burlaba de Fiona, y como yo hacía de Fiona y la interpreté con sentimiento, logré que los niños estuvieran de mi parte en contra del burro. Comenzaron a decir: ‘Que no te rías de Fiona’. Esto fue increíble, es la magia de creer completamente en lo que estás viendo. El trabajar con niños me enseñó a vivir el momento”. 

¿Cuáles son los pasos que sigue a la hora de dirigir una función operística? “Inicialmente es oír la música, para los italianos es más fácil porque casi todos los textos son en italiano, pero hay que mirar muy bien el texto y escuchar muy bien la música porque a veces el texto transmite una idea distinta a los que expresa la música. Los compositores eran interesantes en este sentido. En Rigoletto hay mucho de esto. En segundo lugar, cojo la partitura y comienzo a leerla con la traducción para idear la atmósfera, descifrar qué transmite, qué quiero resaltar en la puesta en escena… Después, debo tener presente los sentimientos. Cuando comienzo a trabajar con una ópera me gusta analizar la relación entre los personajes, que son inmortales porque la ópera sigue siendo importante en el 2022 porque habla de sentimientos humanos. La ópera es universal y transversal. Me gusta extraer la personalidad y carácter de cada personaje en el texto y en la música, luego, me llega la inspiración y la idea de la producción. Desde ahí comienzo a planificar el vestuario, la escenografía, la manera en la que los personajes pueden hablar mediante el cuerpo en la escena, porque es una parte muy importante, además de la geometría de lo que pasa en el escenario para unir el movimiento de los intérpretes con los sentimientos”.

¿Encuentra alguna diferencia a la hora de dirigir una ópera en Italia frente a Canarias? ¿La aceptación por el público es la misma o sufre transformaciones?“No hay diferencia en el sentido de que si el público está con la misma actitud de un niño se puede divertir e involucrar, el problema de Italia es el síndrome del armario lleno, es decir, hay mucha ópera y damos por sabido el hecho de tener una cultura por el melodrama tan grande. Pero cuando haces un espectáculo que te apasiona el público da igual”.

¿Hay alguna ópera que haya calado más en su imaginario? “Sí, la última que hice, Suor Angelica, la preparé antes del covid y tras el parón por la pandemia la volví a hacer en enero de este año en Verona. No sé exactamente si me ha calado más que el resto de las óperas, pero el argumento es sobre una madre con un hijo y como soy madre me identifico bastante. De hecho en el ensayo general lloré porque la música es muy fuerte e intenté darle un carácter diferente y vivo al personaje principal. Recuerdo además que con la ópera Verterre aluciné porque el francés es una lengua que no conozco, tuve que estudiarla mucho más y fue mi primer paso importante. En definitiva, creo que cada ópera tiene su magia”.

Giorgia Guerra y el equipo de «La italiana en Argel», pieza con la que Ópera de Tenerife homenajeó al compositor Rossini en 2018. Foto: FND.

“Creo que cada etapa profesional requiere de un repertorio en concreto porque  la madurez es diferente con los años”

Dada su amplia trayectoria profesional en estilos y obras operísticas variopintas de grandes compositores como Verdi, Donizetti o Puccini, ¿hay algún periodo musical con el que tenga mayor afinidad a la hora de realizar la dirección escénica? “No sé decirte porque me gustan todas las óperas e incluso aquellas que realmente no me agradan. Por ejemplo, hice un Rossini que cuando empecé dije ‘cuántas notas hay en esta partitura’. Y es que otro problema de los directores de escena es que tenemos la necesidad de hacer algo inédito porque si no no vas a ser interesante. Esto es algo que superas con la edad y el paso del tiempo. Terminas llegando a la conclusión de que la ópera es tan completa que no hace falta cambiar el escenario continuamente. Puede ser que me guste más Verdi porque es la tradición italiana; Puccini me está empezando a gustar; Gounod y Massenet me encantan y Rossini finalmente se ha convertido en mi amigo. Me gusta el barroco porque me permite hacer muchas cosas a nivel de escena; el bel canto es más sosegado al tener muchas repeticiones y por ejemplo ahora que próximamente prepararé I Puritani me ayuda a comprender que no necesito variar constantemente la escena. Entonces, de todos los periodos musicales puedo aprender algo”.

¿Existe algún tipo de repertorio que no haya abordado y le gustaría dirigir? “Mozart nunca lo he abordado y no sé si me va a gustar, pero como me gusta aprender de todas puede ser que me pueda enseñar algo. Wagner tampoco lo he hecho. Creo que cada etapa profesional requiere de un repertorio en concreto porque  la madurez es diferente con los años”.

Háblenos de su próximo compromiso como directora de escena en Canarias, ¿cómo y por qué llegó a participar en el Festival de Ópera de Lanzarote? “Llegó porque Francisco Corujo, un profesional de la ópera, me conoce de diferentes producciones y colaboraciones. Él consideró que yo era el perfil ideal para hacer esta iniciativa que será todo un hito histórico. Cuando me lo propuso inmediatamente dije que sí porque va a ser algo diferente porque al final el buen clima es fundamental para que se haga un espectáculo con amor”.

Un Rigoletto hecho con amor

¿Es la primera vez que aborda esta ópera? ¿Le gusta este título?Rigoletto es mi ópera preferida, va a ser la primera vez que la dirijo, fue parte de mis prácticas durante la licenciatura, sobre todo, el dúo de los cantantes al final de la obra. Me acuerdo de llorar y de imaginarme a mí dirigiendo la obra completa. Y ya llegó ese día tan deseado”.

¿Cómo será esta versión de “Rigoletto”?  “Este Rigoletto será diferente al hacerse en el Terrero de lucha de Tías, será una función en la que se remarquen las emociones de los personajes, los lazos entre los familiares y el carácter de los personajes se verá reflejado. Será un Rigoletto hecho con amor”.

¿Considera que es necesario adaptarla a la visión actual en cuanto a vestimenta, maquillaje e interpretación? “Claro, aunque yo considero que no es necesario utilizar un traje moderno porque si se trata de acudir al teatro para ver algo que puedo ver en la televisión, no voy. El teatro permite hacer de todo, hay producciones muy coherentes con vestuario moderno, pero en este caso no, será una producción muy tradicional. De hecho, estos trajes son de una colección italiana de más de cuarenta años, vienen desde Italia y es un ropaje con el que cantaron muchos cantantes de trayectoria internacional. Será un Rigoletto con vestimenta, maquillaje, peluquería y escena tradicional. Aunque el espacio en el que se realizará nos da un poco de juego, pero creo que es más interesante ver un sentimiento puro con un traje de época porque le das más importancia a la trama”.

¿Cuáles son las ideas centrales que estructuran su trabajo en esta producción? “Mi reto con esta producción es volver a dar al personaje femenino de esta ópera una identidad fuerte, Gilda no es solo la víctima, tiene una idea clara de su destino, aunque insólitamente lo que da más escándalo es tener un padre como Rigoletto. Mi idea es mostrar al personaje femenino como una persona no tan inocente porque musicalmente el texto nos da otra versión de Gilda y en realidad el verdadero pobrecito es Rigoletto. Entonces, la cuestión es quién es la víctima, una persona que eligió salvar al Duque y su padre o alguien que sobrevive a una maldición.

“Los compositores tuvieron el arte de plasmar la realidad mediante la música y los directores de escena a través del teatro expresamos sentimientos universales”

¿Cómo se desarrolla su trabajo escénico con los cantantes que cuenta la producción? ¿Y qué puede decirnos sobre su coordinación con el director musical Fernando Briones? “Lo primero que me gusta hacer es escuchar cómo los cantantes piensan su rol porque esto me ayuda a comunicar a través de la escena con las herramientas del cantante lo que a mi me gustaría que salga de este personaje. Si voy en contra de una idea vocal del cantante no saco nada. Como la ópera vive sin dirección de escena, a un cantante no hay que pedirle una cosa que va en contra de su vocalidad porque naturalmente no está en su instinto. Entonces, me sentaré, escucharé la dicción, haré como vocal coaching italiano y después encontraremos la medida perfecta para representar esta ópera”.  

¿Qué dificultad presenta desde el punto de vista musical y escénico? “Musicalmente sí, a nivel de escena hay un nudo dramático que nunca se desenvuelve, es el momento en el que Rigoletto coge la escalera para que rapten a su hija, esto musical y dramáticamente es indescifrable porque no hay un desarrollo. Entonces, o se anula o se justifica. Es un nudo que me preocupa mucho porque no es fácil de entender la rapidez de la burla que le hicieron a Rigoletto, pese a ser un haz de la burla”.

¿Qué mensaje quiere transmitir a nuestros oyentes en relación con esta próxima representación? “La ópera es un trabajo, hay mucha oportunidad laboral en el teatro , el artista no es una identidad suprema, es una persona normal, yo como nací en este ámbito veo que hay mucho trabajo en el teatro. Están los de maquinaria, maquillaje, vestuario, artistas, el director de orquesta… Es necesario ir a la ópera para sentirse parte de un mundo diferente en el que hay bastante trabajo y cada elemento es esencial. Debido a mi cultura o percepción considero que el teatro es la forma de cómo se percibe la realidad , los compositores tuvieron el arte de plasmar la realidad mediante la música y los directores de escena a través del teatro expresamos sentimientos universales. El teatro es un espectáculo en vivo».

¿Cuáles son sus futuros proyectos? ¿Nos podría adelantar algo inédito? “En 2023 tengo un proyecto que se acaba de representar en Bilbao, se llama Romeo y Julieta, en coproducción con Oviedo. Tendré un I puritani en Menorca, y después continuaré con una academia de perfeccionamiento de cantantes donde enseño artes escénicas”.

Debido al gran número de teatros y auditorios en los que ha colaborado, ¿qué evaluación haces respecto a la ópera en España? “Respecto a España tengo una idea muy clara, creció durante la pandemia. Yo peleé mucho en Italia para que se hiciera un protocolo sanitario en los teatros porque cerraron los teatros, pero lo que hizo España fue un ejemplo para todo el mundo, ya que el Ministro de Cultura y el Ministro de Sanidad hablaron y buscaron una solución. España le dio importancia al teatro y esto fue magnífico. En Italia no se le otorga la importancia suficiente, aunque haya gente que viva de esto. Por ello a España la llevo en el corazón porque me ayudó a pensar que el teatro puede ser considerado como una industria. Entonces, le veo futuro a la ópera si se cambia la conciencia del público y se muestra cómo se puede trabajar y vivir de ello. La ópera tiene futuro si vuelve a su función social. En España está comprobado que sí, en Italia me gustaría, aunque está en proceso de reconsideración social”.

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