¿Qué hay más veraniego, amigos y amigas, que las fiestas de pueblo? Al menos en el mío, son el eje de todo el verano, se reza a todo lo que se puede para que no llueva (es en el norte de la Península) y juntan a las familias y a las amistades para comilonas épicas. Hay un vídeo que ya tiene algunos años que siempre me ha hecho gracia al respecto (se lo pueden saltar, que es una bobada mía)

Pero bueno: vayamos al tema musical. A muchos compositores les atrajo desde siempre la música popular. De hecho, ¡es que hubo un tiempo en el que no estaban separadas! No existía tal como como música académica y popular, sino que encontramos referencias de la una en la otra constantemente. No me meteré en detalles aquí de su separación.  Hay muchos grupos que intentan reproducir cómo se supone que sonaba aquella música. En esta versión de Riu riu Chiu, atribuida a Mateo Flecha El Viejo, podemos ver la cercanía entre lo que hoy consideramos académico y lo que presumiblemente era, en realidad, música de las calles:

De este cruce se aprovecha uno de los músicos más talentosos -a mi juicio- que habitan nuestro país, Andreas Prittwitz. Lo único es que lo cruza con la música popular de hoy, el jazz y el flamenco. Todo un lujo para aquellos con oídos curiosos y poco ortodoxos…

Pero centrémonos: hoy toca el rey de los cruces entre academia y popular… ¡Mahler! Lo interesante de su composición es que, al contrario que otros compositores, que hacían suya la música popular para “enriquecerla” con los recursos académicos, en Mahler le da una dignidad absoluta. Curiosamente, esto genera el oyente incertidumbre y lo acerca a lo grotesco. Su carta de presentación es clara: ya en la Primera Sinfonía, en medio de una marcha fúnebre cuyo tema principal es el ¡Frere Jacques! en tono menor, mete una música en principio anodina, con los típicos instrumentos de una pequeña banda de pueblo. Escuchen a partir del minuto 2:01…

El segundo movimiento de la Primera sinfonía es también una declaración de intenciones, pues Mahler compone un “Ländler”, una danza típica de Bohemia, que nos recuerda a una forma básica de vals. De la mano de Mahler, sin embargo, nos va a ir sonando cada vez más irónico. Nuestro amigo Gustav Mahler, además, nos tiene siempre sorpresas preparadas. Escuchen el “tuituituitu” de 2:03…

y compárenlo con el “tuituitu” del inicio de la Cuarta Sinfonía, que no gratuitamente es una danza  por momento también.

El quinto movimiento de la Tercera Sinfonía nos sorprende con un… ¡villancico!. Imagínense escuchar una sinfonía y que de pronto oigamos el “ay, del chiquirritín, chiquirriquitín metidito entre pajas” etc. Escuchen, escuchen, esta versión del “Es sungen drei Engel”, uno de los villancicos tradicionales de la música alemana, donde la letra básicamente dice que tres angelotes cantan que Dios está en el cielo.

También Mahler, en esta sinfonía, sorprende al oyente con un solo escrito pensando en…. ¡la corneta del correo! Presumiblemente, pensando en aquella que anunciaba la llegada de los trenes de correo y pasajeros.

El uso de los instrumentos como si hubiesen sido sacados de una banda aparece también, por ejemplo, en el inicio de la Quinta Sinfonía. Mientras el tatatatá en Beethoven nos hablaba  del destino o algo así, aquí nos recuerda mucho más a la llamada al orden militar.

Uno de los movimientos característicos de este uso de la música popular aparece en la Cuarta Sinfonía, concretamente en el segundo movimiento, cuyo inicio nos hace sospechar sobre la influencia de lo popular. Julian Johnson, uno de los mayores especialistas de Mahler, defiende que aparte del uso de recursos populares melódicos, también la “rudeza” con la que está escrita, que se observa en que parece que los instrumentos se van interrumpiendo unos a otros, es marca también de ese hacer popular, más espontáneo.

¡Eso es todo por hoy!

Para los que se han marchado en el atentado de Barcelona, esa ciudad a la que tanto me ha unido, les dejo esta música de Mahler, que parece apuntar hacia otro lugar posible, el que necesitamos que llegue en esta tierra cada vez más invivible.

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About the author

Nacida en Tenerife, 1989. Es licenciada en Filosofía (Universidad de La Laguna, 2011) e Historia y ciencias de la música (Universidad de La Rioja, 2014), Máster en Teoría e historia del arte y gestión cultural (Universidad de La Laguna, 2012) y doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) con una beca FPU. Posee el grado medio de violín. Ha obtenido el Primer Premio en CC. SS. y Humanidades del Certamen Nacional de Investigación «Arquímedes» convocado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España.

marinahervas@fundacion-ninodiaz.org

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