Polo Ortí: “La situación global actual del virus me ha hecho tocar de forma más profunda y tranquila porque hay que sosegarse”
El pianista y compositor Polo Ortí estudió en los Conservatorios de Música de las Islas Canarias, Madrid y Valencia. También se graduó en el Berklee College of Music de Boston y recibió lecciones privadas de su ídolo, el músico Lyle Mays del grupo Pat Metheny Group. Además, ha sido profesor del Conservatorio de Música de Santa Cruz de Tenerife durante 7 años. Anteriormente, fue profesor en la Escuela Creativa de Madrid, en el Taller de Musics de Barcelona y ha impartido numerosos cursos, seminarios de jazz y clases magistrales dentro y fuera de España. Desde hace 10 años, es profesor asociado de la Berklee College of Music con sede en Valencia. En 1990, Gary Burton incluyó tres composiciones musicales de Ortí en su álbum Reunion, en el que también participaron Pat Metheny, Mitchel Forman o Peter Erskine. Estas canciones llegaron a alcanzar los primeros puestos en la lista Billboard de Jazz americana. Su discografía en solitario comienza con Improvisaciones (1993) luego con el álbum Polo (1997), producido por el actor Gabino Diego y con Polo Ortí Group Live (1999). En el año 2003, graba en Madrid “Para timple y piano” junto al timplista grancanario José Antonio Ramos con el que realizó diversas giras. En su doble CD y DVD Suite de la Amistad (2007) combinó magistralmente jazz y música clásica con la participación de Gary Burton, Jorge Pardo y la Orquesta Sinfónica de Tenerife, dirigida por el maestro Joan Albert Amargós. En noviembre de 2009, realizó un tour llamada Estrejazz con un quinteto de lujo que incluyó como estrella invitada al vibrafonista Gary Burton, junto con el baterista Antonio Sánchez, Scott Colley al contrabajo y el guitarrista Julian Lage. En 2011, lanzó su último trabajo discográfico llamado Boiling Earth con su banda Polo Ortí Group. En el año 2020 Pololo creó el grupo OMN, junto al violinista Federico Nathan y el percusionista Sergio Martínez, donde explora su repertorio más clásico.
¿A qué edad se introdujo en el mundo de la música? ¿Fue por motivación personal o por una tradición artística familiar? “Mi padre era pianista y mi abuelo era compositor. Además, mi padre me sentó en el piano a los cuatro años a practicar. Esa fue mi entrada en la música ”.
¿Qué hecho le impulsó a estudiar de manera profesional un instrumento como el piano? “El impulso fue a través de mi padre. Él era pianista y en casa teníamos un piano muy antiguo que sonaba bien. Quizás, si mi padre hubiera sido guitarrista, a lo mejor yo hubiera estudiado guitarra, pero como mi padre era pianista y había un piano en casa, empecé con ese instrumento. Y, además como me gustaba ya seguí con él”.
Jesús Ángel Rodríguez Martín, María Teresa Gutiérrez y Perfecto García Chonet fueron algunos de sus tutores, ¿qué importancia tuvieron en su trayectoria profesional? ¿Con qué recuerdos se queda? “Fueron muy importantes. Porque ellos confiaban en mí y me decían que fuera para adelante que tenía talento y todas esas cosas que se dicen cuando quieres a un alumno y ves a un alumno trabajador. Me acuerdo de que a Jesús Ángel le llevé un día unas canciones de los grupos de jazz que me gustaban mucho, además de dos temas míos. Él me dijo ‘me han gustado mucho los temas de jazz que me has enviado, pero los que más me han gustado son los dos últimos que son los tuyos’. Y claro, si te lo dice tu profesor, tú te entusiasmas. Luego, en Valencia, Perfecto García Chonet, fue quien me consiguió mi primer trabajo a los 21 años. Fui profesor de conservatorio porque saqué el Premio de Honor. Bueno, yo estudiaba mucho, y creo que me machacaba demasiado porque tampoco es bueno estudiar tanto, pero la música clásica lo requiere”.
Pero a la larga, ese esfuerzo ha tenido sus frutos.“Sí, a la larga la creatividad se ha impuesto. Porque digamos que la música clásica para mí ha sido un trampolín para la creatividad. Porque analizando todos los compositores clásicos, no solo tocándolos, sino analizando la armonía de ellos y entendiendo lo que hacen es también una fuente de creatividad. Porque ellos fueron creativos cuando hicieron esa música. Y luego, técnicamente, son compositores muy difíciles de tocar, por lo que te da una técnica que luego puedes aplicar a la música moderna”.
“Tu música viene del cielo y la has traído a la Tierra”
¿Qué significado tuvo para usted haber recibido clases privadas de su ídolo Lyle Mays, cofundador del Pat Metheny Group? “Eso fue de lo más grande que me ha pasado en mi vida. Porque Lyle Mays era mi ídolo desde siempre. Desde que escuché el disco Ofrramp con 17 años, me cambió la vida. Directamente dije ‘estos son los músicos que más me llegan’ y bueno cuando tuve la suerte de conocer a Lyle Mays en Boston fue increíble. Él vino a verme a tocar con mi grupo y me dijo que le encantaría ser mi profesor porque le gusta mucho mi música. Decía ‘tu música viene del cielo y la has traído a la Tierra’. Entonces, cuando tu ídolo te dice eso dices bueno, ya no puedo pedir nada más al mundo. He cumplido mi misión aquí porque me siento muy bien. Las clases eran maravillosas. Hablábamos siempre de composición, sobre todo, porque es la parte más creativa. Y muchos de mis temas los desarrollé con él. Me enseñaba a desarrollar un motivo como las hojas de los árboles que todas son parecidas pero ninguna es igual. Me comparaba la música con el cine o con las olas del mar. Todo era un poco mágico con él. Me decía ‘no toques, aquí hay demasiadas notas, vete a lo básico’. Me hizo pulir mucho mi música y me hizo que fuera más profunda y que llegara más al corazón”.
Pese a recibir una formación clásica también se sintió atraído por el mundo jazzístico, ¿hubo algún momento determinado en el que supiese que lo suyo era el jazz? “La palabra jazz significa un estilo. A mí lo que me gusta es improvisar. Improvisar es otra cosa. Improvisar no tiene estilo. Yo desde muy pequeño estudiaba lo que ponían los libros, era la música que tenía que estudiar, así como los ejercicios. Luego, pasas a pequeños estudios y cuando empiezas en el Conservatorio, el nivel aumenta cada vez más. Pero yo al mismo tiempo que estudiaba esas cosas, paraba y me ponía a investigar y a improvisar. Empezaba a descubrir otras cosas. Me inspiraba en Chick Corea, me inspiraba en Keith Jarrett, Herbie Hancock o Weather Report. Es decir, me inspiraba en los músicos que me gustaban y trataba de imitarlos improvisando. Entonces eso no lo dejé de hacer nunca. Fui paralelamente estudiando música clásica y , al mismo tiempo, iba aprendiendo a improvisar y a entender la música desde un punto de vista moderno, que luego se denominó jazz. Pero yo no me considero un músico de jazz, yo hago música de cámara y música clásica, en donde hay elementos de improvisación. Pero yo he aprendido más de la música clásica que de los músicos de jazz”.
Háblenos de su relación con el vibrafonista Gary Burton, ¿qué importancia ha tenido en su trayectoria profesional y cómo llegó a colaborar en su disco Reunion? “Lo de Gary Burton fue simplemente que me enteré de que él daba un curso en Madrid con varios profesores de la Berkelee y asistí a ese curso. Y yo en ese curso tenía un pequeño casete. Al tercer o cuarto día de estar por ahí le dije ‘mira Gary, yo tengo aquí unas canciones de mi grupo. Yo he escuchado siempre tu música y me gustaría que escucharas las mías por un momento’. Se lo di. Y él , al día siguiente, me vino a buscar. Yo estaba tocando en un aula con otros compañeros y me dijo que quería hablar conmigo. Me preguntó ‘¿tienes la partitura del tema A prisa y corriendo? ’. Le dije vale yo te la hago en un momento. Se la hice porque él quería tocarla con su grupo en Boston. Y, a partir de ahí, me fui a Canarias y empecé a recibir cartas de él. Me decía voy a grabar un disco, me gustaría incluir este tema y otro que tienes en el casete, que se llama Otoño, y luego, me mandó otra carta y me pedía incluir Tiempos Felices. ‘Al final vamos a reunir tres temas tuyos en este disco’, me dijo. Me comentaba cosas como ‘estoy de gira por Europa con Chick Corea y nos gusta recorrer los países en coche, le puse tu música a Chick y dicen que les gusta mucho’. Total que fue como un apoyo muy grande para mí. Es decir, creo mucho en mí gracias a su forma de conectar conmigo. Me dio mucha fuerza para continuar con la música con lo difícil que está el panorama para los músicos que improvisamos. Me sirvió para seguir adelante”.
Son palabras que indican que al final del túnel hay luz. “Efectivamente. Lo que pasa que el túnel a veces es muy largo para muchos músicos y en el camino hay que tener fe y perseverar, porque tarde o temprano se sale, siempre”.
La complejidad de vivir de la improvisación
¿Qué hechos le impulsaron a especializarse como compositor, pianista y profesor? Ya que ha ejercido como docente en el Conservatorio de Música de Santa Cruz de Tenerife, en la Escuela Creativa de Madrid, en el Taller de Musics de Barcelona, ha impartido distintos cursos de jazz, clases magistrales y es profesor asociado en la Berklee College of Music con sede en Valencia. “Hay que vivir. Y a veces no se puede vivir solo de los conciertos . La enseñanza es un trabajo que te permite pagar facturas, etc. Pero también hay que decir que en mi caso personal la enseñanza, sobre todo, cuando es en escuelas de jazz o creativas, hace que me lo pase muy bien. Me gusta. Mi orden sería: lo que más me gusta es componer y tocar. Luego, enseñar. Pero me gusta mucho enseñar porque si veo a un alumno con motivación y con ganas de aprender, yo le doy todo lo que sé. Es un trabajo que te ayuda. Siempre necesitamos dar clases probablemente por eso porque no hay suficientes conciertos para vivir de ello. Si fuera un músico de la Orquesta Sinfónica quizás tendría suficientes conciertos todo el año como para no necesitar ser profesor de conservatorio. Aunque muchos lo son, pero en el mundo de la música de improvisación o de jazz es más difícil. Hay pocos sitios donde tocar, hay únicamente un festival al año en Canarias, cuando debería haber mínimo dos o tres. No hay demasiado apoyo por parte de las autoridades. Debería haber un poco más de apoyo”.
La docencia permite que se nutra de la gente joven. “Claro. Ahora hay un nivelazo increíble. La gente joven va evolucionando. Nosotros fuimos de los pioneros en su momento, pero ahora hay un montón de músicos buenísimos de los cuales uno tiene que aprender”.
Hoy en día cuenta con una trayectoria discográfica bastante amplia, pues trabajos como Improvisaciones (1993), Suite de la Amistad (2007) o Boiling Earth son algunos de sus proyectos, ¿cuál es el que tiene mayor importancia para usted y por qué? “Bueno hay dos que me gustan mucho, pero no puedo decir cuál. Todos han sido muy importantes. El que hice con José Antonio Ramos fue muy bonito, la Suite de la Amistad con Gary fue muy bonito también, hay uno que hice solo a piano con colaboración de Dionisio que tocaba la viola, y otro con Alejandro Santos a la flauta, que me lo produjo Gabino Diego y que se llama Polo. En definitiva, cada uno tiene su magia y su personalidad propia. Todos los proyectos me gustan y estoy orgulloso de cada uno”.
¿Por qué motivo decidió formar el grupo OMN durante 2020 y cuál ha sido su proceso creativo? “El grupo OMN salió de una iniciativa de Alberto Delgado, paz descanse. Me dijo quiero inaugurar la temporada de otoño con un proyecto que yo creara y que fuera apropiado para ello. Y yo tengo dos compañeros en Berkelee que me gusta como tocan, uno es Sergio Martínez, que toca percusión y ha sido percusionista de Al Di Meola, entre otros, y el otro es un violinista fantástico, Federico Nathan, que toca en la Metropole Orkest en Holanda, una de las mejores orquestas del mundo, en la que trabaja Vicen Mendoza como director y arreglista. Muchos músicos como Path Metheny tienen versiones de su música con esta Orquesta. Y es que me encanta como tocan estos dos chavales y, por ello, les propuse hacer esta inauguración y así creamos el grupo OMN. Compuesto por las primeras letras de nuestros primeros apellidos: Ortí, Martínez y Nathan. Aunque el nombre también tiene relación con el yoga. Ya que la palabra OMN es mágica. Montamos nuestro repertorio que era una mezcla de las composiciones de todos nosotros, de música improvisada y escrita,de música de cámara, masajista, temas de Lyle Mays, además de temas propios, ya que estos componen el noventa por ciento del repertorio. Y bueno, parece que les gustamos mucho a la gente porque cuando acabamos los conciertos aplauden muchísimo. La pena fue que teníamos proyectos para volver a Canarias, a otras islas, ya que nos habían dicho que volviéramos, pero fue cuando vino la pandemia y no pudimos continuar”.
“Lo que me inspira básicamente es la música en sí misma”
En su trayectoria musical se puede apreciar cierta versatilidad, ¿cómo describiría Ortí su estilo compositivo? “Pues hay bastantes tipos, tengo baladas, temas rápidos, tengo bossa nova, en definitiva, tengo temas de todo tipo. Me gusta toda la música en general. Hay algún tema que parece más música pop. Pero digamos que en este momento, la situación global actual del virus me ha hecho tocar de forma más profunda y tranquila porque considero que hay que sosegarse. Si no paramos o frenamos un poco gastaremos el mundo. Es algo que preví en un álbum que hice hace once años, Boiling Earth, hablaba de que la Tierra estaba en un punto de ebullición y que íbamos demasiado rápido. Estamos quemando los bosques, contaminando con tanto coche y avión, cuando muchos de los trabajos se pueden hacer online. Un hecho que aprendimos con esta crisis. Y en fin, encima en La Palma está pasando lo que está pasando, además de soportar la covid, ahora tienen este volcán. Mucha gente lo está pasando muy mal. Hay que ayudar. Los que hacemos música debemos ayudar con nuestra música, los que hacen pan con pan, y los que hacen cualquier otra cosa seguir hacia adelante. No podemos parar, pero siempre con una nueva visión más global. Para darse cuenta que desde el punto de vista místico, el virus nos ha enseñado que todos somos iguales, pues nos ha afectado por igual sin ninguna diferencia”.
¿Qué le inspira como artista y cuáles son sus referentes musicales? “Lo que me inspira básicamente es la música en sí misma, a veces digo bueno, tengo canciones para amigos, como Song for Santi o Song for Gabino. Muchas veces, dedico una canción a un amigo, pero otras simplemente estoy tocando y me viene una idea a la mente , empiezo a desarrollarla y no pienso en particular que sea para nadie, ni nada, sino que musicalmente tenga sentido. Me imagino que pueda sonar con mi grupo de una manera u otra, pero hay veces que simplemente me inspira el sonido que estoy usando o el momento delante del piano porque me vienen cosas a la mente. Pero tengo que estar delante del piano, me cuesta imaginarlo si no estoy delante del instrumento. Respecto a los referentes, el que más es Lyle Mays que ya falleció. Estuve con él meses antes de que falleciera. Estuve en Los Ángeles comiendo y años antes de que muriese fui a verlo en el concierto Kalamazoo, en Chicago. Para mí Mays es el mejor compositor que he conocido, incluyendo Stravinsky, Mozart y Beethoven. Está por encima de todo el mundo. Es mi referente no solo por lo que ha hecho en Path Metheny Group, pues es una parte mínima de lo que ha hecho y mucha gente ni lo conoce, sino que también ha hecho obras, sinfonías y de todo. Después de que falleciera han sacado un álbum que había grabado y ahora han colaborado muchos músicos para producirlo de nuevo, se llama Lyle Mays: Eberhard. Es increíble la primera canción que dura trece minutos empieza como música para yoga, pero luego se incorporan músicos y hacen viaje hacia arriba que no se puede explicar con palabras”.
Háblenos sobre su participación en la primera edición del Festival Tiempos Modernos, ¿cómo y cuándo llegó a formar parte del mismo? “La propuesta fue por parte de Nino. Por llamada o correo me propuso colaborar en el Festival y dije qué gran idea, ya que me gusta improvisar y aquí hay que improvisar. Luego, por otro lado, puedo incluir en ciertos momentos temas míos también. Porque he estado estudiando que algunas escenas pueden empatarse con temas propios. Es un reto tener que tocar ochenta y pico minutos sin parar y basados en una película. Lo hice hace muchos años, cuando Jesús Rodríguez Martín, en aquel entonces tenía veinte años y fue en el casino de Santa Cruz. Se reprodujo una película muda y fui a tocar. Pero no había estudiado lo toqué todo sin estudiar. En esta ocasión, estoy preparándolo más”.
¿Por qué motivo escogió como pieza cinematográfica Luces de la ciudad de Charles Chaplin? Una película tan atemporal y de crítica social. “Es la que más me gusta, es muy romántica. Esa chica que es ciega que vende flores, al final se da cuenta de que Charles Chaplin era la persona que la estaba ayudando. Él se había quedado hecho polvo porque no tenía nada, pero ella tocando su mano se da cuenta de que él era quien le llevaba dinero y se preocupaba por ella y demás. Es una película muy romántica y bonita, de las más me gusta de Chaplin”.
Una apuesta por la moral
¿Qué nos puede adelantar sobre su colaboración en el Festival el próximo viernes 22 de octubre en la plaza del Varadero en el Puerto del Carmen? “Voy a tocar algunos temas míos y otras partes de improvisación según las escenas, además de otros efectos especiales como la campana del boxeo y algunos pitidos que se ven. Pero básicamente va a ser una noche muy divertida. Y espero que a la gente le guste lo que estoy desarrollando”.
¿Y a nivel musical qué nos puede avanzar sobre su improvisación? Si partirá desde cero o tendrá algun pasaje musical en mente . “Hay muchas partes que son nuevas y otras que son temas míos que voy a remodelar y adaptar a la película”.
¿En qué otros proyectos colabora actualmente? Tengo dos grupos OMN y otro Polo Ortí Group. Pero no tenemos conciertos porque los que teníamos se han cancelado con el tema de la covid-19. Espero que poco a poco la situación se vaya mejorando y poder retomar lo que íbamos haciendo. Porque estábamos contentos con los resultados de ambos grupos”.
¿Tiene algún otro proyecto discográfico? “De momento no”.
¿Qué destacaría del momento actual a nivel nacional? “La verdad es que no lo sé. Vivo en Valencia y estoy centrado en la Berklee, estoy desconectado a nivel nacional. Sé que hay muchos músicos muy buenos y he oído por internet grabaciones de músicos buenos, pero no sé cómo lo están pasando. Me imagino que debe haber momentos buenos y difíciles porque ya te comento que la música actual, moderna y de improvisación o de jazz tiene dificultades en este país y en todos. Pero en este en particular es bastante difícil”.
Hay que tratar de amenizar la incertidumbre actual y, sobre todo, tras la pandemia. “Van a venir mejores tiempos, eso es indudable. Ya se está viendo la salida del túnel de la pandemia con las vacunas. Pronto las salas de concierto, al igual que las de teatro que ya se han abierto, empezarán a funcionar cada vez más. Entonces, proyectos parados por la covid-19, van a empezar a funcionar. Todos los músicos que han estado aguantando esta situación, como todas las personas, ya que lo ha sufrido todo el mundo en todos los ambientes, van a salir de esta. La gente necesita también un poco de ilusión y de una buena noticia como que ya no hay no tanto contagio. La televisión debería de dar tantas malas noticias, es momento de que den buenas noticias. Ya las están dando. Es hora de que la moral de la gente suba y de los músicos también”.