Manuel Bonino es compositor, improvisador y arreglista. Foto: FND.

Manuel Bonino: «Cuando más disfruto es cuando puedo improvisar sobre mi propia música»

El compositor, improvisador y arreglista, Manuel Bonino, es Doctor “cum laude” por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Posee el Título Superior de Piano con Matrícula de Honor y ha ganado el Premio Fin de Carrera en Composición en Madrid. Realizó sus estudios de post-grado en Alemania con el compositor Wolfgang Rihm. Es también titulado en Piano y Música de Cámara e imparte Composición en el Conservatorio Superior de Música de Canarias. Su catálogo artístico abarca desde música de cámara hasta música orquestal, incluyendo electroacústica, coral y arreglos de música popular. Su música ha sido premiada en diferentes concursos. Como intérprete, ha actuado en diferentes puntos geográficos como Ámsterdam, Berlín y Madrid.  Asimismo, ha sido presidente de PROMUSCAN, Asociación de Compositores y Musicólogos de Canarias, y miembro fundador de grupos dedicados a la improvisación electroacústica y multidisciplinar como Ensemble Salvaje#(928), así como parte de la directiva de AIM (asociación de improvisadores de Canarias). Como docente, ha obtenido el Premio a las Buenas Prácticas Docentes 2019 que otorga el Gobierno de Canarias.

¿Cuándo y por qué decidió sumergirse en el mundo de la música? ¿Existe alguna tradición artística en su familia? «No. No existe ninguna tradición musical familiar en mi casa. Tampoco hay una fecha en la que yo comenzara a pensar ser músico y demás. Simplemente fue a través de mis padres. Me apuntaron en el Conservatorio cuando era pequeñito y crecí con música y con músicos a mi alrededor. Poco a poco me fue gustando. El momento determinante fue cuando llegó la etapa de la universidad. Comencé a estudiar Geografía e Historia en la Universidad, pero me seguía interesando más la música y decidí que quería seguir con ella».

Grandes maestros de la composición, piano e improvisación como Daniel Roca, Luis Vecchio, Mingo Roque y Volfgang Rihm fueron algunos de sus tutores, ¿qué importancia tuvieron en su trayectoria profesional? ¿Qué aprendizaje obtuvo de cada uno? «Tuvieron una importancia enorme. Que te toquen buenos profesores en la música es importantísimo y considero que tuve mucha suerte. Tuve muchos profesores buenos. Daniel Roca coincidió conmigo en un momento muy determinado, cuando yo estaba dudando si debía seguir con la música o no. Y él me ayudó. Yo ya improvisaba, componía, tocaba en grupos de rock y había hecho mis pinitos en el mundo del jazz. Él, en concreto, me ayudó a comprender qué estaba haciendo, ya que yo, de manera intuitiva,  improvisaba, componía y demás. Eso me permitió crecer más rápido. Para mí ese momento fue muy significativo».

¿Qué hechos le impulsaron a especializarse en diversas áreas? Es decir como compositor, pianista y arreglista. «Realmente porque nunca las he visto como diferentes áreas. Para mí siempre ha sido todo como una única cosa. Para mí crecer haciendo música, componer e improvisar era algo natural que hacía o que me gustaba. Era como jugar o sentarse a dibujar. Todo es parte de lo mismo, es hacer música. De hecho cuando yo hacía esas cosas ni siquiera sabía que se llamaba arreglista la persona que cogía una canción y hacía cosas diferentes con ella. No sabía muchas cosas que hoy en día hago sabiendo que se le atribuye un nombre. Pero es algo que siempre he visto muy relacionado entre sí. Además, porque con el tiempo ves que realmente hay momentos en los que la línea que separa cada uno de esos conceptos es muy difusa. Y siempre lo he visto todo como un conjunto. Nunca he entendido la música como algo tan separado de todo. Entonces, eso ha marcado todo mi desarrollo».

Un descubrimiento musical a través de la tecnología


A pesar de recibir una formación bastante clásica, se interesó también por la música electroacústica. ¿Cómo fue el descubrimiento de esta tendencia tan contemporánea? ¿Qué fue lo que le cautivó? «Nuevamente porque no sabía qué era electroacústica. Antes no lo dije, pero es algo que he comentado bastante con mis alumnos. Realmente la música la descubrí más con ordenadores, que en el propio Conservatorio o en grupos de rock. Cuando era pequeño me gustaba mucho programar y una de las cosas que me gustaba hacer era ordenar los sonidos, clasificarlos y jugar con ellos mediante códigos. De manera muy básica o lo que permitían los ordenadores de aquella época. Cosas como el ruido blanco cuando apareció con el espectro 128 y por el estilo. Entonces para mí el jugar con los ordenadores haciendo música siempre ha sido algo normal. Mi madre cuando vio además que me gustaba la música tuvo el impulso de comprarme un teclado MIDI. Para mí fue un descubrimiento fabuloso, el ver que no tenía que depender solamente de lo que yo tocaba, sino que podía dejar cosas programadas y jugar por encima. Hacer sonidos que para mucha gente eran raros, pero para mí eran naturales porque era lo que yo había descubierto e investigado. Creo que forma parte de un proceso natural, no algo que yo descubriera de repente. De hecho, cuando me empezaron a hablar de la música electroacústica y demás. Yo pensaba que era algo nuevo y sorprendente para mucha gente, pero algo común para mí, pues yo desde pequeño lo había vivido. Imagino que es como debe ser el Internet para las generaciones actuales. Han nacido con él, mientras que para mi generación ha sido un descubrimiento».

¿Qué programas utiliza ? «Hoy en día ninguno porque he parado en el mundo de la electrónica. Estuve muchos años dedicado casi exclusivamente a eso. Un periodo en el que estaba todo el día programando y haciendo música. Prácticamente no escribía música porque jugaba, improvisaba y programaba. Pasaba muchas horas con eso. De repente necesité un respiro y ahora me he pasado casi al lado contrario. Sé que volveré porque me sigue gustando, porque me sigo pegando a los ordenadores y sigo escuchando esa música. Pero también, la decisión se vio impulsada un poco por el cansancio. Porque era constantemente luchar contra la tecnología para ponerla de tu parte. Mientras que hoy en día, por suerte, la tecnología está a nuestro favor. Sé que acabaré volviendo, solo que ahora necesito un poco de distanciamiento».

Su catálogo musical es bastante variado. Pues abarca desde música de cámara, orquestal, electroacústica, coral e incluso ha realizado diversos arreglos de música popular que han sido premiados, ¿cuál ha sido su mayor reto? «No sabría decirte una. Cada una es diferente. No todas han sido un reto porque sería mentir. Hay cosas que salen con facilidad y naturalidad. Otras simplemente con profesionalidad porque no tienes tiempo, pero llegar a decir cuál es el mayor reto es difícil».

¿Y la obra con la que más haya disfrutado? «La que más he disfrutado es la más reciente. Además porque el momento en el que la cierras, acabas y envías el archivo es el momento de felicidad mayúscula. La obra que más he disfrutado es una que he hecho hace poco, no la última, pero sí la más larga. Es para un cuarteto de cuerda y timple que va a estrenar Benito Cabrera con el cuarteto de la Orquesta Sinfónica de Las Palmas, el próximo 16 de octubre, en el Teatro Cruce de Culturas. Fue un placer terminarla y componerla. Sobre todo el momento de decir ya está hecha, la envío por correo y puedo pasar a otra cosa».

Manuel Bonino es capaz de crear, interpretar e improvisar diversas piezas de distintos géneros. Foto: FND.

«Cuando uno las tres facetas artísticas en una misma obra es cuando más disfruto»


Además de ser un artista bastante polifacético, también ejerce como docente en el Conservatorio Superior de Música de Canarias, ¿cómo compagina todas sus facetas artísticas? «Si le sumas la faceta de padre, vas a entender la respuesta. Es un caos brutal. Con cansancio, esfuerzo, además de una agenda bastante planificada, pero por suerte existen los deadlines para obligarte a decir que no puedes procrastinar y organizarte para realizarlo en el tiempo adecuado».

A pesar de que ve todas sus facetas artísticas como una, ¿sabría especificarnos con cuál se siente más identificado o con cuál disfruta más? «Cuando uno las tres facetas artísticas en una misma obra es cuando más disfruto. Tengo algunas creaciones en las que hago eso. Por ejemplo, El arrorró de los ausentes es una de las obras que más he disfrutado. Porque además de tener un significado personal para mí, por el yacimiento histórico del nacimiento de la obra y demás, también se debe a que en ella se unen todas las cuestiones. Es decir, es una pieza que está escrita para ser fácil de interpretar pensada para la Orquesta Universitaria Maestro Valle (OUMV) como un proyecto pedagógico. Une la faceta de docente con la de compositor, pues componer es tener la habilidad de escribir lo que tienen que hacer otros músicos. Asimismo, sale a la luz mi lado interpretativo e improvisador, ya que la parte de piano sin embargo está casi toda en blanco porque yo improviso todo lo que pasaría y las cadencias. Y también, se refleja mi faceta de arreglista porque como está escrita para la OUMV  se ha tenido que hacer algún cambio de última hora y arreglar algunos detalles porque a lo mejor ha habido algún instrumentista que no ha podido tocar. Entonces yo creo que cuando se unen todas las áreas es cuando yo disfruto más. De hecho, en julio también se tocó otra obra mía en la que yo hacía lo mismo. Diría, que cuando más disfruto es cuando puedo improvisar sobre mi propia música».

Cómo describiría su estilo compositivo? ¿Tiene alguna predilección? Pues tras un análisis exhaustivo de sus obras se podría decir que juega más con la música atonal. «No sabría qué decirte. Precisamente estos días lo he hablado con mis alumnos de Composición. Me gusta mucho lo que decía Bartol en una conferencia de Harvard. Él hablaba de que él va caminando y va analizando lo que va haciendo. Entonces cuando uno mira hacia atrás, es cuando es capaz de hacer un poco lo que dice Steve Jobs durante la famosa conferencia en la Universidad de Standford, unir los puntos que definen su trayectoria y ver hacia dónde se dirige. En mi caso, soy capaz de ver puntos en común , pero yo creo que una de las cosas que más me caracteriza es que me gusta investigar de todo. Es decir, me junto con el Ensemble Salvaje y mezclo jazz y rock. Y, de repente, me viene una obra más vanguardista y para mí es algo natural que me sale con espontaneidad. O si me piden algo más clásico y más tradicional como puede ser el cuarteto de cuerda para Benito Cabrera, también me encuentro cómodo en ese lenguaje. No sé hasta qué punto hablar de un estilo, pero sí soy capaz de hablar de gestos y de manierismos. De formas de hacer y elaborar materiales que son muy diferentes entre sí y creo que es algo bastante frecuente hoy en día entre los compositores. Estamos ante una época en la que los compositores podemos acceder a cualquier época de la música, de cualquier compositor, época, lugar, cultura o nacionalidad y todo tipo de género: popular, folklórica, culta… «.

Ver y sorprender: dos verbos, un mismo objetivo


Pese a que cada pieza es única y tiene un significado propio, ¿qué busca transmitir con cada creación de forma general? «Ver y sorprender son los dos verbos que definen lo que busco de forma general. Aunque también busco conmoverme y sorprenderme. Tiene que ser algo que a mí me llene. Como una forma ideal de ser sincero y transmitir a los demás. Además de la belleza , un término muy abstracto y subjetivo, que también busco».

¿Cuáles son sus influencias respecto al mundo clásico? ¿Y del panorama electrónico? «Tengo influencias de todos los géneros. Desde piezas del folklore canario que me fascinan como Los aires de Lima, hasta pasando por trap , Queen, Mïus, grupos de todo tipo, hasta música de Bartoletti, Ravel o compositores de la actualidad. Me gustan muchas cosas y muy diferentes».

Un gusto musical bastante amplio. «Pero pasa mucho actualmente, es difícil negarse a investigar, escuchar y descubrir tantas maravillas que hay por ahí. Es decir, la capacidad humana de crear cosas diferentes , con nexos comunes y que puedan transmitir a otras personas es tan grande que parecería limitante no hacer ese esfuerzo. El de no intentar explorar qué es lo que puede haber por ahí».

«La mayor sorpresa del viernes 8 de octubre será descubrir La muerte cansada de Fritz Lang»


Háblenos sobre su participación en la primera edición del Festival Tiempos Modernos, ¿cómo y cuándo llegó a formar parte del mismo? «La propuesta me la hizo Nino Díaz, director del Festival, hace bastante tiempo. Y una de las cosas que más me gustó, porque no siempre pasa, es que me dejó total libertad para elegir la película sobre la que yo quisiera trabajar y música que yo quisiera hacer. Esto es algo que rara vez pasa y que a veces da miedo porque uno dice qué bien que te dejen libertad, pero cuando te encuentras con la libertad total dices ‘qué hago ahora’. A veces uno agradece los límites. Una cosa que me encantó fue que Díaz me dijera ‘siéntete cómodo, haz lo que tú quieras, busca películas’. Me dio opciones, pero me dijo que buscara más obras por si encontraba alguna con la que me sintiera más cómodo y mejor. Me planteó un reto, investigar el cine de esa época que yo no conocía más allá de los grandes clásicos».

¿Qué sorpresa nos espera el próximo viernes 8 de octubre en la plaza del Varadero en el Puerto del Carmen? «Espero que la mayor sorpresa sea la que yo me lleve, la de esta película, la de descubrir La muerte cansada de Fritz Lang. Para mí fue un descubrimiento. Yo no la conocía y ni siquiera había oído hablar de ella».

¿Había realizado una selección  de películas basadas en un mismo género? «No, probé de todo. Los grandes clásicos los esquivé, salvo algunos. Desde grandes películas de Charles Chaplin, pasando por la temática social, hasta películas hechas en el periodo de propaganda del régimen soviético. Descubrí cosas interesantes sobre el impresionismo soviético. Pero un día llegué a La muerte cansada casi de casualidad. Me atrapó la fuerza y potencia visual de la película. Lo primero que pensé era que se parecía a El séptimo sello de Ingmar Berman por la energía visual. Asimismo, otra de las cosas que más que más me enganchó fue la estructura bien planteada de la película y la cantidad de conexiones. Algunas las he descubierto después de analizarla con más calma. Luego, una cosa que espero que no me dé problemas es el reto de la variedad que hay dentro esa película. Hay diversos escenarios y situaciones que van a tener sus complicaciones, pero uno tiene que crecer y enfrentarse a retos. Me va a gustar eso».

¿Qué habilidades se necesitan tener para poder acompañar musicalmente una película tan significativa en la historia del cine como La muerte cansada de Fritz Lang? Ya que juega con una atmósfera dramática, fantástica y a la vez aventuresca. «Creo que conseguir una unidad de sonido dentro de toda esa variedad. Porque el filme cambia de escenarios, varía desde momentos bastante humorísticos y de juegos, hasta momentos desoladores como el del bebé. Es realmente duro. Me va a costar, pero me apetece hacer ese reto».

A la hora de crear la banda sonora del filme, ¿partirá de una improvisación desde cero o se basará en alguna estructura compositiva? «Tengo una estructura en mente basada en lo que he analizado en la película. Pero va a ser prácticamente improvisada. Todavía no sé si voy a crear algo específico para poder reflejar partes de la estructura de la película y ayudar así al director a sacarlas a la luz o hasta qué punto voy a decir no, si no se ve no es necesario. Es algo que decidiré en los próximos días. Pero buena parte de la película será improvisada. Es algo que yo necesito».

Bonino considera que el mayor reto de «La muerte cansada» será conseguir una unidad de sonido dentro de toda la variedad del filme. Foto: FND.

Las dos caras del sector cultural


¿En qué otros proyectos colabora actualmente? «Tengo muchos. Desde algunos que espero que se recuperen porque se han caído por la covid-19, como diversas obras para coro y canciones, hasta  composiciones que se van a estrenar como la del cuarteto de cuerda y timple, una obra para cello y otra canción. En definitiva, unos cuantos estrenos de aquí a diciembre. También, tengo pendientes algunos arreglos con la Orquesta Sinfónica y la Banda Sinfónica en los que he involucrado a mis alumnos para darles gancho».

¿Cómo saca tiempo para todo? «Muy poco tiempo. Siendo padre me paso las tardes llevando a mis hijos a clases extraescolares, jugando  y haciendo cosas con ellos. Cuando llega la noche, es cuando me puedo sentar con el hilo de energía que me queda y me sirve para ponerme al día».

¿Cómo ve el panorama musical a nivel local? «Llevo unos años pensando en ese tema, en ayudar a sacar adelante la profesionalización de nuestro sector. Un tema que llevo pensando porque en nuestro sector hay mucha gente que piensa que las cosas se hacen solas o que uno las hace por amor al arte puramente. Es la cuestión de reflexionar y saber que es una profesión que debe ser remunerada. Lo hago pensando cada vez más en mis alumnos, los que salen al mundo laboral, los intento meter cada vez más en proyectos para ayudarles a buscar salidas profesionales con todo tipo de formaciones. El hecho de que nuestro campo necesita ser reconocido y valorado es porque hay situaciones frecuentes como la siguiente: que haya un concierto en el que cobren, músicos, director, limpiadores, encargados de iluminación, todos menos el compositor o el arreglista. Es algo se ve bastante a menudo y me preocupa. Por lo demás, hay un dinamismo y una cantidad de actividad cultural por hacer enorme. Sobre todo aquí en Gran Canaria. Para ser una isla tan chiquitita, la vida musical y la cantidad de hambre de gente por hacer música y consumir música me parece impresionante. Es algo grande, pero hace falta profesionalizar un poco más».

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