La guitarra es un instrumento fundamental en la construcción sonora de Cuba. Muchos de los compositores de la isla han sido guitarristas, como Isaac Nicola, Leo Brouwer, Martín Pedreira, Jesús Ortega y el propio Eduardo Martin (1956), autor de la obra que nos ocupa,  Suite Havana. Esta obra es un viaje a La Habana personal de Martín, tal y como él mismo reconoce. Él compone

“desde lo que siento cuando me despierto en mi ciudad, cuando camino por ella, mezclando los colores y los sonidos que la inundan”.

Y es desde esa personalísima visión como debe escucharse esta música. Todos los movimientos consisten en una melodía acompañada, es decir, donde la flauta lleva el peso y la guitarra dialoga con ella, salvo excepciones puntuales, como algunos momentos del último movimiento, “Sol y sombras”. La obra se abre con “Lugares comunes”, intimista y cercana al sabor de tantos cantautores que nos han acompañado durante horas de soledades y amoríos. La melodía es sencilla, y se presenta desde el principio. “Amaneceres” es más extrovertida, con un toque más danzón, definitivo en el último movimiento, “Sol y sombras”. “Laberinto” es más oscuro y la melodía tiene una tendencia más virtuosística.

Y de Cuba volamos hasta Argentina con la Suite Buenos Aires de Máximo Diego Pujol (1957), que tiene mucho en común con la habanera. El compositor también nos invita a visitar, con sus oídos, rincones de la ciudad. Si bien Martín nos proponía un viaje por la reconstrucción de detalles de o en la ciudad, aquí se trata más bien de un encuentro geográfico mediante el hilo conductor del tango. Su primer movimiento, “Pompeya” es un tango en el que se establece un diálogo mucho más claro entre ambos instrumentos, sin predominancia de ninguno de ellos. La guitarra consigue apaciguar el nervio inicial de ambos, con una parte intermedia con toda la nostalgia del tango. “Palermo” sigue explorando esta tristeza ancestral de todas las tierras con mar. El sabor popular caracteriza “San Telmo”, con una melodía sencilla que recorren flauta y guitarra. “Microcentro” es armónicamente la más compleja y rica, con un comienzo intrigante, como si guitarra y flauta se persiguieran la una a la otra. Solo un pequeño interludio melódico, poco apaciguador, nos da un respiro antes de volver al choque entre ambos.

¿Nos acompañan a Brasil? Llegamos así a la música de Radamés Gnatalli (1906-1988). Su música también tiene un componente nacionalista. Su música tiene algo del color latinoamericano, especialmente en la voz de la guitarra. Mientras que la flauta construye melodías –como en el primer movimiento– que nos pueden recordar al mundo francés de finales del siglo XIX, como Debussy o Ravel, el acompañamiento de la guitarra juega con armonías y rítmicas poco exploradas en Europa. Este sabor nacional se desprende de melodías no excesivamente complejas, irregulares, que juegan con diferentes timbres de los instrumentos y con armonías cromáticas, es decir, recurriendo a todos intermedios de la escala que dan más riqueza a la sonoridad. En el “adagio” esto es evidente.

 

Termina nuestro viaje de nuevo en Argentina de la mano de uno de sus embajadores mundiales: Astor Piazzola y su Historia del tango. El tango surge en los suburbios de Río de la Plata: era considerado como un género musical de clase baja (como hoy, para algunos, el rap o el trap). De esos lugares oscuros y mal considerados por las clases más elevadas trata “Bordel 1900”, que tiene un punto primitivo, rabioso. En los primeros años del siglo XX, el tango se extendió a Europa (de ahí “Café 1930”, donde la música se vuelve más modosita e intimista, refinada, no solo pensada para el baile, sino también para escucharse en un café), lo que hizo que en Argentina aumentara su buena fama. ¡Ya ven, el tango tuvo que irse a miles de kilómetros para que se reconociera su valor en su propia tierra! Eso de que nunca se es profeta en la tierra de uno mismo es una verdad dolorosa. Mucho se podría analizar eso… pero sigamos con el viaje que nos propone Piazzola. A partir de los años 60, la música experimental también tiene una influencia en el tango. Por eso escuchamos una propuesta menos centrada en el ritmo como en la exploración y las posibilidades sonoras que surgen del tango. Por último, el “Concert d`aujourd`hui” es ecléctico, cercano a otros lenguajes, como el jazz o el swing, jugando con el contratiempo rítmico y la melodía más juguetona.

 

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About the author

Marina Hervás, nace en Tenerife en 1989. Es licenciada en Filosofía (Universidad de La Laguna, 2011) e Historia y ciencias de la música (Universidad de La Rioja, 2014), Máster en Teoría e historia del arte y gestión cultural (Universidad de La Laguna, 2012) y doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) con una beca FPU. Posee el grado medio de violín. Ha obtenido el Primer Premio en CC. SS. y Humanidades del Certamen Nacional de Investigación «Arquímedes» convocado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España.

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