2024 ha sido, sin lugar a dudas, un año de hitos históricos y logros trascendentales en mi carrera profesional como compositor. Un período que no solo marcó un antes y un después en mi trayectoria, sino que también demostró cómo la música puede trascender fronteras y emociones.
Doce nuevas obras, catorce estrenos mundiales y más de cien interpretaciones de mis piezas alrededor del mundo han hecho de este año un verdadero espacio de creatividad y conexión global. En escenarios que van desde auditorios icónicos hasta espacios contemporáneos, mi música ha resonado con intensidad, llevando mi particular lenguaje sonoro a oídos nuevos y consagrados.
Pero si hay un logro que subraya este periodo extraordinario, es el gran encargo de composición que marcará mi calendario de 2025. Este desafío creativo no solo asegura un año de trabajo y crecimiento constante, sino también refuerza mi convicción de que la música puede ser un terreno donde la tradición y la modernidad dialogan en un espacio de libertad absoluta. En este territorio que he bautizado como “fade-out”, busco explorar las fronteras de lo conocido, desdibujarlas y llevar a los oyentes a un lugar de introspección y descubrimiento.
Sin embargo, como bien se dice, la luz no existe sin su sombra. En medio de este éxito profesional sin precedentes, mi vida personal está envuelta en una tristeza profunda de la que, por ahora, no vislumbro salida. Es en la música donde encuentro refugio y guía, un faro que me permite avanzar en este camino de dolor y desesperanza.
Con la llegada de 2025, recibo el nuevo año cansado pero listo para enfrentar los desafíos y las oportunidades que trae consigo. Aunque el peso emocional sea considerable, la música sigue siendo mi motor y mi razón, un lenguaje sin frontera que me sostiene y me permite seguir adelante.
¡Bienvenido 2025!
Nino Díaz